Permíteme contarte mi historia como fotógrafa. Hace más de 20 años, empecé a sacar fotos con una cámara de rollo y revelarlas por mi cuenta. Fue así como me enamoré de la fotografía. Comencé tomando fotos a niños en un estudio y luego empecé a fotografiar eventos sociales. Mi primera foto fuera del estudio fue en un cumpleaños infantil y desde entonces, mi pasión por la fotografía no ha dejado de crecer.
Con el tiempo, empecé a estudiar y hacer cursos, perfeccionando mis habilidades en diseño y edición. Empecé a tomar fotos de mis propios hijos desde que eran bebés y hoy en día, gracias a Dios, he llegado a donde estoy. Pero sé que todavía me queda mucho por aprender y avanzar en este camino que amo.
Cada vez que voy a un evento, siento mariposas en el estómago, pero eso es porque me importa mi trabajo. Me transformo en otra persona, llena de creatividad y nuevas ideas. A veces, tengo tantas ideas que se me pasan por la mente y no puedo recordarlas todas. La fotografía no es solo un trabajo para mí, es mi pasión, algo que amo profundamente.
Hoy en día, trabajo con mi familia. Mi esposo me ayuda con los videos, mi hijo con la edición de fotos y videos, y mi hija está aprendiendo todo lo que puede. No sé si ellos seguirán en este negocio en el futuro, pero lo que sí sé es que les he enseñado algo que aman y disfrutan hacer.
Editar fotos, tomar fotos y hacer videos es algo que nos apasiona y lo hacemos juntos. Cada vez que veo una foto o un video que hemos creado juntos, me siento orgullosa y agradecida por tener una familia que comparte mi pasión y que me apoya en todo momento. La fotografía no es solo un trabajo, es un sueño hecho realidad y estoy agradecida por poder vivirlo cada día junto a mi familia.